Dream Master es un JRPG lanzado en 1992, para la Famicom (NES), desarrollado por Birthday y publicado por Namco, después de Kaijuu Monogatari y Juvei Quest, Dream Master fue hasta hace muy poco el tercer y último trabajo de los desarrolladores Birthday que publicará Namco hasta Cocoro no Cocoron para DS.

La paz y la armonía en el reino de Oltaria llegan a su fin cuando un viejo malvado conocido como el Maestro Negro se apodera del alma de la joven y hermosa hija del rey Akinas. La princesa de dieciséis años se ve envuelta en el Sueño negro, un mundo de pesadillas creado por el malvado mago. Profundamente afligido por el mal destino de su única hija (un sueño interminable destinado a terminar en muerte), el rey reúne a los mejores «maestros de los sueños» de todo el país, que pueden profundizar en el alma de las personas para traerles paz.

Sin embargo, de todos los maestros de sueños que intentan salvar a la princesa, nadie puede regresar. Como el joven alumno del maestro de sueños más poderoso del reino, el «mugenroushi» (el Sabio de los sueños), demasiado viejo y débil para manejar el problema por sí mismo, eres la última esperanza para aventurarte en el Sueño Negro y salvar a la princesa, derrotar al Maestro Negro y traer de vuelta a los otros maestros mantenidos prisioneros dentro del mundo de pesadilla.

Si bien a primera vista Dream Master podría clasificarse simplemente como un JRPG, su juego es bastante atípico y presenta elementos de rompecabezas, aventura y acción. Como se explicó en los capítulos iniciales del propio Sabio de los sueños, las habitaciones en el mundo de las pesadillas están envueltas por una bruma mágica, por lo que no puedes ver las paredes, los objetos o los enemigos que habitan el Sueño negro.

Estas mazmorras ciegas consisten principalmente en áreas de una sola pantalla vistas desde arriba, cuyas fichas se revelan cuando entras en ellas; chocar contra las paredes consume puntos de energía, sin embargo, no hay forma de determinar si la baldosa que va a descubrir contendrá una pared o no, por lo que es una cuestión de azar la mayor parte del tiempo.